Algunas veces hay quien me pregunta por el rol que ejerce el emulsionante dentro de una emulsión de betún. En ese momento, como técnico en el tema, pienso en hablar de micelas, de tensión superficial, de moléculas raras, de estabilidad termodinámica. Entonces, sobre unos 120 segundos después de empezar la clase magistral, es cuando me suelo dar cuenta de que aquel que preguntó, ya se está arrepintiendo de su pregunta y de que quiere huir cuanto antes. Lo peor es que lo entiendo perfectamente porque también yo estoy bostezando.
Pues bien, en este post voy a intentar explicar muy brevemente qué es y qué función tiene un emulsionante de betún sin referirme para nada a los aspectos mencionados anteriormente. Es decir, de una manera que sea relativamente comprensible para todo el mundo.
Empecemos por explicar un poco por encima qué es una emulsión bituminosa. Una emulsión bituminosa es básicamente betún y agua... en forma de dispersión de finas partículas de betún en agua. Como podéis imaginar, para que la emulsión sea estable al almacenamiento, es necesaria la ayuda de nuestro amigo "el emulsionante". Es el tercer componente básico e imprescindible, aunque vaya en dosis minúscula. Sin él tened por seguro que separaría el betún y el agua en cuestión de segundos.
Pero es que además "el emulsionante" tiene otras funciones. Cuando, en el proceso de asfaltado, la emulsión y el árido se ponen en contacto, "el emulsionante" se encarga, por afinidad química, de adherirse al árido llevándose consigo todas las partículas de betún que andaban por ahí dispersas en la emulsión. Seguidamente la emulsión se rompe en dos; el betún acaba recubriendo totalmente el árido (como dicho, guiado por el emulsionante) y el agua se libera limpiamente. Cabe comentar que ese proceso de "recubrimiento del árido - rotura de la emulsión" puede ser instantáneo, rápido o más lento. Cómo no, de ese control en el tiempo de "recubrimiento del árido - rotura de la emulsión" también se ocupa nuestro amigo "el emulsionante".
Es obvio que el tiempo de rotura deseado de la emulsión vendrá condicionado por la técnica seleccionada en el asfaltado. En un riego con gravilla, o en una termoadherencia, interesará tiempos cortos y que la emulsión rompa lo antes posible, con su incremento de adhesión asociado. En una lechada o microaglomerado (o incluso una imprimación) interesará un tiempo de rotura más prolongado y controlado para permitir el extendido correcto y completo de la mezcla.
Creo que en definitiva se puede considerar que el emulsionante actúa a modo de "cerebro microprocesador" de la emulsión. El emulsionante es casi inteligente. Programado para actuar como haga falta, cuando haga falta y sin fallo. Incluso podríamos resumir su "programa" tal como indica la tabla siguiente.
En el mercado podemos encontrar una amplia gama de emulsionantes y están todos diseñados de forma que su correspondiente emulsión bituminosa responda a lo que se espera de ella. Sin duda el mejor emulsionante es aquel en que su rol dentro de la emulsión produce el efecto final deseado en el proceso de asfaltado.
Siguiendo con la metáfora de antes, todo el mundo sabe que en ordenadores, tablets, smartphones, lavadoras, neveras, climatizadores, tostadoras, etc... por muy bueno que sea su microprocesador, si no se adapta bien al resto de sus componentes ocurrirá que el aparato irá lento, se colgará, no centrifugará bien, no enfriará, la tostada se quemará. En fin, habrá fallos... Pues con "el emulsionante" pasa lo mismo; si no se adapta bien al betún, árido, agua...ocurrirá que la emulsión no se enganchará bien, romperá antes (o después) de lo que se esperaba, se quebrará el pavimento... en fin una ruina para el que la esté usando.
Moraleja: Más vale utilizar y diseñar bien la emulsión apropiada para el uso que se quiera de ella, y ahí por supuesto que "el emulsionante es clave"... para no fallar. Mi consejo es que no se "automedique" y consulte al profesional competente.